La abstracción
Si bien las correspondencias entre una y otra podrían ser evidentes en momentos dados, las diferencias son ostensibles. Optar por uno de los caminos, ya en lo poético, ya en lo pictórico, desemboca en una realidad diferente o en dimensiones de una misma realidad que articula de forma distinta tanto la intención como el sentido de lo percibido y lo representado. Si la correspondencia al colofón de la paleta figurativa sería un vibrante soneto métricamente perfecto. La obra abstracta, más que verso, es palabra, canto liberado. Poema sin rima ni medida.
La fuente de ambas manifestaciones es en esencia la misma, una proyección del ser en el arte, un vehículo para facilitar la comunicación entre las distintas dimensiones que nos componen y potenciar nuestro crecimiento personal, nuestra aventura sin fin en pos del Absoluto. Tal vez, alguna vez, el pintor y el poeta, se vean abocados a elegir una corriente, lo demande su necesidad vital, o su cuota de mercado artístico, pero de momento, me siento pagado con esta sensación de volar entre cielo y tierra, de ser hoy verso medido y mañana verso informe, figurar entre las formas o abstraerme en el sentido metafórico de lo real.